Les ha pasado que hay días en los que no ven nada bueno y sienten miedo de todo. Los miedos pueden hacer que uno tome malas decisiones, que el juicio y la intuición estén nublados.
Hay miedos que nos impiden movernos o hacer algo como por ejemplo, miedo a las alturas, miedo a los espacios cerrados, hay otros miedos que nos llevan a experiencias del pasado y nos paralizan pensando que se van a repetir y que viviremos lo que creíamos superado.
En mi caso siempre le he tenido miedo a las alturas, mucho miedo. El año pasado le pedí a un grupo de buenos amigos que me acompañaran a enfrentar ese temor, fuimos a escalar y a hacer rapel, aunque para los que practican esos deportes, nuestro ascenso y descenso no fue nada extraordinario, para mi fue como subir y bajar una pared de 10.000 metros, no fue fácil pero me sentí satisfecha de haberlo hecho, de haber encarado lo que me había paralizado en varias ocasiones y saber que puedo lidiar con eso y más.
Cuando sentimos miedos emocionales, también debemos enfrentarlos: escuchándonos y buscando la razón del porque nos invaden. Esconder debajo de una alfombra lo que sentimos no nos va a ayudar en el futuro, solo hace que evadamos la situación y que se repita en el futuro. Una vez que conocemos la raíz del miedo, el proceso comienza a fluir y llegará algún momento en el que no nos paralicemos sino que haremos un alto para evaluar la situación y escoger la mejor manera de lidiar con ella.